Deja que él sienta la suavidad de tu piel y tu aroma, deja que huela tu piel y tu pelo
Con buen sentido, no obstante, la Iglesia acabó por prohibir tal práctica, ¿qué mérito puede existir en una castidad que ya no necesita vencer ningún obstáculo? ¿De qué forma loar y proponer el autocontrol cuando este se ha hecho ya imposible?