
Coger un juguete sexual y, con él, presionar o introducirlo en sus genitales, no es un ademán banal
No es preciso cambiar al otro, sino más bien comprender que, lo que los une es la dicha que ambos en lo particular se disfrutan de sentir; estando unidos o bien infieles a sí mismos no existe ese modo de dicha si impedimos esa fealdad en el ánima, de quedar siendo falsos.